Un vino de altura que nace en uno de los viñedos más extremos de Mendoza, a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Su carácter está marcado por la frescura de la montaña y la pureza del aire andino. En nariz despliega aromas intensos a frutas rojas y negras frescas, con delicados matices florales y minerales. En boca es vibrante, con gran acidez natural, taninos finos y una elegancia que refleja la singularidad de su origen. Un vino que combina potencia y frescura, ideal para quienes buscan descubrir la expresión más pura de los Andes.
